top of page
(Entre) dos puntos (de partida)

 

Cuando el viajero miró hacia atrás y vio que el camino estaba intacto, se dio cuenta de que sus huellas no lo seguían, sino que lo precedían.

Misterios del tiempo, Alejandro Jodorowski.

 

Un viaje es un recorrido que une dos puntos. Entre esos dos puntos existe la distancia que da sentido al viaje y que lo convierte en deseo. Esa distancia es geográfica pero, también, es histórica. Cuando el viajero recorre y conoce un territorio, se topa con una cultura, con una historia y con una distancia en el tiempo que se acorta.

 

Entre los dos puntos unidos por el viaje, hay un espacio que nunca está vacío. En los viajes como el de Alicia Keshishian, hay memoria, tradiciones, búsquedas, preguntas, afectos, recuerdos, olores, sabores, sonidos, esperanzas, dolores y alegrías.

 

Ese gran conjunto de producciones y sentidos que llamamos cultura se transmite de generación en generación por medio del lenguaje. A través de este, las formas de ver el mundo, pueden pervivir pese a cualquier peligro o amenaza. Mientras exista una forma de comunicar y difundir esa cosmovisión, los integrantes de la comunidad continuarán reunidos ya sea en el mismo territorio o a miles de kilómetros los unos de los otros. La lengua nos une y nos permite decir, escuchar, leer y escribir nuestra propia historia. El lenguaje, no es otra cosa que nuestra herramienta identitaria más fuerte.

 

Alicia Keshishian vive en Buenos Aires y en el año 2012 viajó a Armenia. Allí buscó y se encontró con la cultura ancestral que heredó, incorporó como propia y compartió con sus hijos. Tradiciones muy cercanas que eran - y son- originarias de aquel lugar tan lejano. Alicia unió estos dos puntos, su casa y su historia, la suya y la tierra de sus abuelos. No por nada, Alicia sintió que Yerevan era redonda.

 

El viaje, y la obra de Alicia, unen aquellos refugiados -los que vinieron y fundaron la América del Siglo XX- con los del Siglo XXI, actores de otras historias en un mundo más descarnado y con menos sentido. La mirada de la artista nos ayuda a acortar distancias, a entender que la historia ni se repite, ni cambia tanto. El viaje de Alicia nos muestra que los hechos de hoy son la Historia del futuro; y que ese espacio entre puntos, aunque parezca volver al punto de partida nunca cierra y está, siempre, lleno de vida.

​

​

Federico de la Puente / Octubre 2015

bottom of page